Por Ivana Kottasová, CNN
Tras 19 meses de bombardeos contra Gaza, Israel se ve sometido a una creciente presión por parte de algunos de sus aliados de Occidente más cercanos.
Su paciencia se ha agotado ante la decisión de Israel de ampliar la guerra y, en palabras de un ministro israelí, “conquistar” el territorio, una medida que va acompañada de planes para desplazar por la fuerza a toda la población de Gaza hacia el sur y bloquear toda la ayuda humanitaria durante 11 semanas.
El Reino Unido ha interrumpido las conversaciones comerciales y sancionado a los colonos extremistas de la Ribera Occidental. Canadá y Francia han amenazado con sanciones. Y la Unión Europea -el mayor socio comercial de Israel- está revisando su histórico Acuerdo de Asociación con el país.
Grupos de ayuda han advertido que la situación en Gaza se está volviendo catastrófica, y el jefe de ayuda humanitaria de Naciones Unidas, Tom Fletcher, pidió la semana pasada al mundo que “actúe con decisión para evitar un genocidio”.
Decenas de bebés han muerto de desnutrición, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, y más de 53.000 personas -el 4% de toda la población- han perdido la vida desde que Israel lanzó su guerra tras los atentados terroristas del 7 de octubre perpetrados por Hamas y sus aliados.
El hecho de que algunos de los aliados más estrechos de Israel estén reaccionando ahora más abiertamente marca un importante cambio de actitud hacia el país.
Hugh Lovatt, experto en política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, declaró a CNN que hace solo dos años habría sido inimaginable que Europa hablara siquiera de la posibilidad de replantearse el Acuerdo de Asociación. “Era algo que se consideraba tabú y poco realista”.
El acuerdo, que abarca diversas formas de cooperación entre ambas partes, incluida la libre circulación de mercancías y la colaboración científica, lleva en vigor 25 años. “El mero hecho de que esto se esté debatiendo seriamente hoy es una señal no sólo de la creciente frustración, y creo que también, seamos claros, enojo, en algunas capitales europeas por las acciones israelíes en Gaza”, dijo Lovatt.
Las medidas punitivas con las que amenazan la UE y otros aliados están diseñadas en parte para influir en el debate interno dentro de Israel, donde la sociedad ya está extremadamente dividida respecto a la guerra.
El gobierno, apoyado por la línea dura de los partidos de extrema derecha, está decidido a seguir luchando en Gaza. Pero cientos de miles de israelíes se manifiestan cada semana contra la guerra, exigiendo que el gobierno acuerde un alto el fuego y libere a todos los rehenes que siguen retenidos en la franja.
En una encuesta de opinión publicada por el Canal 12 de Israel a principios de este mes, el 61% de los encuestados estaba a favor de poner fin a la guerra por un acuerdo que garantice la liberación de los rehenes, mientras que sólo el 25% apoyaba la ampliación de la operación militar.
A pesar de ello, Arie Reich, jurista de la Universidad Bar-Ilan de Israel especializado en comercio internacional y derecho de la UE, afirmó que la presión externa sobre el gobierno de Netanyahu podría no tener el efecto deseado.
“Cuando los países extranjeros intentan interferir en asuntos internos de otro país, especialmente en cosas que les son muy queridas, como su seguridad nacional, suele funcionar como un boomerang, y de hecho hace que la gente apoye aún más al gobierno”, dijo.
“Existe un amplio consenso en Israel de que queremos liberar a nuestros rehenes y de que no queremos volver al punto en el que estábamos el 6 de octubre. No queremos que la amenaza de Hamas se cierna sobre nosotros”, declaró Reich.
Pero añadió que los movimientos de algunos de los aliados de Israel han dejado claro que la “ventana de usar la fuerza militar está empezando a cerrarse”.
“Y tal vez, si se prolonga más, creo que va a ser muy difícil mantener relaciones normales con muchos países de Occidente”, dijo.
Hasta ahora, Israel ha hecho caso omiso de las amenazas de sus aliados occidentales. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, los ha acusado de “ofrecer un enorme premio” a los atacantes del 7 de octubre, mientras que el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí afirmó que “la presión externa no desviará a Israel de su camino en la lucha por su existencia y seguridad contra los enemigos que buscan su destrucción”.
Esta determinación de continuar puede deberse a que Netanyahu cree que puede, al menos por ahora, contar con el apoyo de Estados Unidos.
Y aunque los movimientos son diplomáticamente simbólicos, los críticos esperan que poco cambie sobre el terreno para los palestinos.
Omar Barghouti, cofundador del movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña mundial destinada a presionar a Israel para que ponga fin a la ocupación de territorio palestino, declaró a CNN que, a menos que los aliados de Israel pongan fin totalmente a su apoyo a Israel, sus acciones darán pocos resultados.
A falta de un embargo total de armas y una suspensión completa de las relaciones económicas, es poco probable que Israel cambie de actitud, afirmó, argumentando que Canadá, Francia y el Reino Unido habían sido “cómplices” de las acciones de Israel en Gaza al proporcionarle “apoyo militar, de inteligencia, económico y diplomático”.
Los tres países mantienen desde hace tiempo acuerdos con Israel que incluyen la cooperación en materia de defensa y seguridad, aunque no está claro qué contienen exactamente.
Reino Unido y Francia han suspendido algunas licencias de armas a Israel por la situación en Gaza, pero han seguido exportando a Israel material militar por valor de decenas de millones de dólares. Canadá ha dicho que no se ha concedido ningún permiso de exportación de material militar a Israel desde el 8 de enero de 2024.
Como aliado más poderoso de Israel, Estados Unidos es el país que más influencia tiene sobre Netanyahu y su gobierno. Y aunque algunos miembros de la administración Trump han criticado a Israel por la grave situación humanitaria en Gaza, no ha habido indicios de que Estados Unidos vaya a tomar medidas punitivas contra él.
Sin embargo, no es una “conclusión inevitable que EE.UU. seguirá siempre apoyando inequívocamente a Israel”, dijo Lovatt.
“Aunque no veo una ruptura en las relaciones, está claro que la llegada de la segunda administración Trump ha creado una dinámica interesante, dada la influencia de lo que yo llamaría los ‘Estados Unidos primero’, aquellos del mundo MAGA que quieren poner a EE.UU. primero en todo, y eso, hasta cierto punto, también se ha aplicado a Israel”, dijo.
Estados Unidos se ha distanciado de Israel en varios asuntos en las últimas semanas.
Ha alcanzado un acuerdo de alto el fuego con los rebeldes hutíes de Yemen, apoyados por Irán, sin informar primero a Israel; ha negociado unilateralmente con Hamas la liberación del ciudadano estadounidense Edan Alexander de Gaza; y, según un informe de Reuters, ha abandonado su exigencia de que Arabia Saudita normalice sus relaciones con Israel como condición para las inversiones estadounidenses y los posibles acuerdos de armas con Estados Unidos.
En respuesta a las críticas de Israel por el acuerdo con los hutíes, el embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, declaró a los medios israelíes que Estados Unidos “no está obligado a obtener el permiso de Israel” para conseguir un acuerdo que proteja sus barcos.
“Netanyahu se ha posicionado como un maestro del juego político estadounidense, y como alguien que está mejor situado para gestionar y mantener estrechas relaciones con Israel y para mantener a cualquier administración presidencial estadounidense de su lado. Creo que ver algo de luz entre la administración Trump y el gobierno israelí presiona claramente a Netanyahu”, dijo Lovatt.
Funcionarios estadounidenses dijeron a CNN que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estaba cada vez más frustrado con Netanyahu, pero subrayaron que estas frustraciones no suponen un cambio de postura en cuanto al apoyo de EE.UU. a Israel, un país que el presidente sigue considerando uno de los aliados más fuertes.
Hay indicios de que algunos en Israel están preocupados por las consecuencias de sus acciones en Gaza. El líder del opositor izquierdista Partido Democrático, el general israelí retirado Yair Golan, advirtió el martes que Israel va “camino de convertirse en un Estado paria”.
El impacto de la presión de los aliados quedó patente el domingo, cuando las fuerzas israelíes anunciaron que permitirían la entrada en Gaza de una “cantidad básica de alimentos” al lanzar su nueva ofensiva en el enclave, que según Israel tiene como objetivo presionar a Hamas para que libere a los rehenes allí retenidos.
Netanyahu admitió el lunes que si se produjera “una situación de hambruna” en Gaza, Israel “simplemente no recibirá apoyo internacional”.
En una declaración publicada en Telegram, añadió que incluso senadores estadounidenses “que han sido partidarios incondicionales y firmes de Israel durante décadas” le habían dicho que “las imágenes de hambruna masiva” en Gaza le costarían a Israel su apoyo.
Aunque Estados Unidos no utilice su influencia para obligar a Israel a cambiar su estrategia en Gaza de forma más significativa, eso no significa que Europa no pueda presionar a Israel por su cuenta, afirman los expertos.
La Unión Europea es el mayor socio comercial de Israel, con aproximadamente un tercio de su comercio de mercancías.
Una suspensión total del Acuerdo de Asociación entre la UE e Israel es poco probable, ya que requeriría el acuerdo unánime de los 27 Estados miembros de la UE y varios ya han indicado que no lo apoyarían, incluida Hungría, firme partidaria de Israel.
Reich señaló que, según los términos del acuerdo, tanto la UE como Israel pueden rescindirlo por cualquier motivo, o incluso sin dar ninguna razón.
“La cuestión es que, dentro de la UE, eso requeriría un consenso… y eso sería muy, muy difícil, porque hay muchos países, muchos Estados miembros (de la UE) que no estarán de acuerdo con esto”, dijo.
“Así que creo que se trata más bien de una amenaza para presionar (a Israel) y tal vez podrían conseguir alguna suspensión temporal de algunas disposiciones, pero ponerle fin, no creo que pueda suceder”, añadió.
El apoyo público al país es muy profundo en muchos de los miembros del bloque, lo que dificulta que algunos gobiernos europeos presionen para que se impongan sanciones más duras contra Israel.
Y, según Lovatt, muchos países europeos también son conscientes de que pueden necesitar la ayuda de Israel en el futuro.
“Especialmente en una situación en la que los países europeos temen cada vez más las acciones de Rusia en Ucrania, pero también la amenaza que Rusia representa para el resto de Europa, y (ven) a Israel como una importante fuente de armas y tecnología”, dijo.
Aunque la rescisión del Acuerdo de Asociación exigiría unanimidad, bastaría con una mayoría de Estados de la UE para forzar una suspensión parcial del acuerdo.
Incluso eso podría ser doloroso para Israel, ya que podría dar lugar a aranceles más altos sobre los productos israelíes o impedir que Israel participe en codiciados proyectos de la UE, como el programa Horizonte Europa, con más de US$ 100.000 millones de financiación disponibles para la investigación y la innovación.
En el pasado, la UE ha utilizado su poder para presionar a países por abusos contra los derechos humanos, a menudo por cuestiones que, según Lovatt, son mucho menos graves que la situación actual en Gaza.
“La conclusión es que, hasta ahora, la UE ha tratado a Israel con un cierto grado de excepcionalismo al no tomar ni de lejos el tipo de medidas que ha tomado en otras situaciones de abusos de los derechos humanos o de anexión territorial”, dijo Lovatt.
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Catherine Nicholls, Kara Fox, Kylie Atwood y Alayna Treene, de CNN, contribuyeron a este artículo.
Israel enfrenta una presión sin precedentes de sus aliados por la guerra en Gaza. ¿Podrán obligarlo a cambiar su postura? News Channel 3-12.
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