Los vecinos europeos de Rusia están levantando la prohibición de las minas terrestres. Los activistas están horrorizados ...Middle East

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Los vecinos europeos de Rusia están levantando la prohibición de las minas terrestres. Los activistas están horrorizados

Por Sophie Tanno, CNN

Se consideran una de las armas más peligrosas e indiscriminadas del mundo. Sin embargo, cinco países europeos han rechazado un tratado internacional sobre el uso de minas terrestres, alegando la creciente amenaza de Moscú.

    Finlandia, Polonia, Letonia, Estonia y Lituania –países que limitan con Rusia– han tomado medidas para retirarse del Tratado de Ottawa, el acuerdo que prohíbe el uso de minas terrestres antipersonal, que están diseñadas para matar o mutilar si se pisan.

    Los acontecimientos han alarmado a los activistas, que ven la reintroducción de las armas (que han matado o desfigurado a decenas de miles de civiles en todo el mundo y pueden contaminar un área durante décadas después de terminado un conflicto) como una regresión preocupante.

    El tratado, que también prohíbe la producción y el almacenamiento de estas armas, se firmó en 1997 y formó parte de una serie de acuerdos negociados tras la Guerra Fría para fomentar el desarme global. Desde entonces, se le atribuye la reducción significativa del daño causado por las minas terrestres.

    En respuesta a la decisión de Finlandia de abandonar el acuerdo, la ONG de derechos humanos Amnistía Internacional advirtió de que la nación nórdica estaba poniendo en peligro las vidas de civiles, describiéndolo como un “preocupante paso atrás”.

    La decisión “va en contra de décadas de progreso en la eliminación de la producción, transferencia y uso de armas inherentemente indiscriminadas”, advirtió la ONG.

    A principios de este año, el pacto contaba con 165 Estados miembros. Sin embargo, las principales potencias, como Rusia, China, India, Pakistán y Estados Unidos, nunca lo adhirieron.

    En una declaración conjunta de marzo, Polonia y los tres estados bálticos anunciaron su retirada y abogaron por un replanteamiento de qué armas son –y cuáles no– aceptables frente a la agresión rusa.

    Los países dijeron que necesitaban proporcionar a sus fuerzas armadas una mayor “flexibilidad y libertad de elección” para ayudarlas a reforzar la defensa del flanco oriental de la OTAN.

    El mes siguiente, en abril, Letonia se convirtió en el primer país en retirarse formalmente del tratado después de que su parlamento respaldara firmemente la propuesta, lo que significa que después de un período de gracia de seis meses, Riga podría comenzar a acumular minas terrestres nuevamente.

    Ese mismo mes, Finlandia anunció sus planes de unirse a Letonia. Al explicar la decisión, el primer ministro de Finlandia, Petteri Orpo, declaró a la prensa que Rusia representa un peligro a largo plazo para toda Europa. “Retirarnos de la Convención de Ottawa nos permitirá prepararnos para los cambios en el entorno de seguridad de forma más flexible”, afirmó.

    Los anuncios ocurren mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha redoblado sus esfuerzos para poner fin a la guerra en Ucrania, lo que ha avivado los temores en los Estados vecinos de que Moscú podría rearmarse y atacarlos.

    Keir Giles, investigador consultor sénior del programa Rusia y Eurasia en el centro de estudios Chatham House y autor del libro “Who will Defend Europe?”, cree que si el conflicto persistente de Rusia en Ucrania llega a su fin por cualquier medio, Moscú se estará preparando para su próximo objetivo.

    “Nadie tiene dudas de que Rusia está buscando otros medios para lograr su objetivo en Europa”, dijo Giles a CNN.

    Para Giles, los beneficios militares del uso de minas terrestres son evidentes. Los explosivos subterráneos, dijo, pueden frenar una invasión, ya sea redirigiendo a las tropas que se aproximan a zonas más fáciles de defender o deteniéndolas mientras intentan penetrar las zonas minadas.

    Pueden ser particularmente beneficiosos para los países que buscan defenderse de un ejército con mayor número de efectivos. “Son una herramienta muy eficaz para reforzar las fuerzas defensivas de un país que se verá superado en número”, afirmó.

    Cree que los cinco países que abandonaron el tratado han analizado la eficacia de las armas, incluido su uso en la guerra de Rusia contra Ucrania, para disuadir a las fuerzas invasoras.

    Sin embargo, enfatizó que los países occidentales no usarían minas terrestres de la misma manera que las fuerzas de Moscú, diciendo que había “filosofías de diseño muy diferentes” en la fabricación de minas y municiones de racimo entre los países que no están preocupados por las víctimas civiles o que pueden tratar voluntariamente de causarlas, y los que están tratando de evitarlas.

    En Ucrania, los extensos campos minados rusos colocados a lo largo de las líneas del frente meridional del país frenaron significativamente una contraofensiva de verano lanzada por Ucrania en 2023.

    Las Naciones Unidas consideran que Ucrania es el país más minado del mundo. En sus proyecciones más recientes, el Gobierno ucraniano estima que las fuerzas de Moscú han sembrado 174.000 kilómetros cuadrados de su territorio con minas terrestres y restos explosivos.

    Esto significa que los civiles ucranianos, en particular aquellos que han regresado a zonas que anteriormente estaban en el frente de los combates, se enfrentan a un riesgo de muerte siempre presente.

    “La contaminación a gran escala de tierras por artefactos explosivos ha creado una ‘amenaza invisible’ en la mente de la gente”, advirtió Humanity & Inclusion, una organización benéfica internacional que ayuda a las personas afectadas por la pobreza, los conflictos y los desastres, en un informe de febrero sobre el uso de minas terrestres en Ucrania. “Como resultado, la movilidad de las personas se ve extremadamente reducida o restringida, ya no pueden cultivar sus tierras y sus actividades sociales, económicas o profesionales se ven obstaculizadas”.

    Según las conclusiones de Human Rights Watch publicadas en 2023, Ucrania también ha utilizado minas terrestres antipersonal durante el conflicto y las ha recibido de Estados Unidos, a pesar de que Kyiv es signatario de la prohibición de 1997.

    En comparación, Finlandia, Polonia y los países bálticos dicen que seguirán comprometidos con sus principios humanitarios al utilizar explosivos, a pesar de retirarse de la prohibición.

    Al anunciar sus planes de abandonar el Tratado de Ottawa, Helsinki destacó que utilizaría las armas de manera humana, y el presidente del país, Alexander Stubb, escribió en X: “Finlandia está comprometida con sus obligaciones internacionales sobre el uso responsable de las minas”.

    Si bien el uso responsable de las minas terrestres es un asunto complejo, las medidas para reducir el daño a los civiles pueden incluir la realización de registros precisos de los campos minados y sus ubicaciones, la educación de las comunidades sobre sus peligros y la limpieza o neutralización de las armas una vez terminado el conflicto.

    A pesar de estas promesas de responsabilidad, el alejamiento del Tratado de Ottawa ha dejado a los activistas horrorizados.

    Las minas terrestres han matado o mutilado a decenas de miles de civiles en todo el mundo y siguen causando daños. En su informe de 2024, el Monitor de Minas Terrestres y Municiones en Racimo reveló que al menos 5.757 personas murieron o resultaron heridas a causa de minas y restos explosivos de guerra en todo el mundo en 2023, de las cuales el 84 % eran civiles.

    Alma Taslidžan, de Bosnia, fue desplazada de su país natal durante la guerra de principios de los años 90, solo para regresar con su familia a un país plagado de minas terrestres, un problema de contaminación que, según ella, afecta al país hasta el día de hoy.

    Ella, que ahora trabaja para la organización benéfica de discapacidad Humanity & Inclusion, describió la decisión de los cinco países de retirarse del tratado como “una completa tontería” y “la cosa más horrible que podría pasar en la vida de un tratado”.

    Declaró a CNN que los argumentos para prohibir las minas terrestres no han cambiado desde la firma del Tratado de Ottawa en la década de 1990. “Una vez en el suelo, representan un peligro. No distinguen entre el pie de un civil, el de un niño y el de un soldado”.

    Continuó: “Nos sorprende que ejércitos tan avanzados como el finlandés, el estonio, el lituano y el letón consideren incluir esta arma de efecto indiscriminado en su estrategia militar y, lo que es peor, en su territorio”.

    Sin embargo, para algunos, la nueva y precaria realidad de seguridad que enfrenta Europa significa que las líneas rojas anteriores ahora están sujetas a discusión.

    Este es el caso de Giles, quien ve los últimos acontecimientos como un reconocimiento por parte de estos países de que los tratados sobre minas terrestres fueron “un acto de idealismo que ha demostrado ser demasiado optimista a la luz de los acontecimientos ocurridos en el mundo desde entonces”.

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