Jessie Yeung , Lucas Lilieholm y Kathleen Magramo
El sospechoso de llevar a cabo el atropello mortal con un vehículo en Vancouver, Canadá, ha sido acusado de asesinato por las autoridades, mientras los filipinos canadienses lamentan el ataque a su comunidad.
Kai-Ji-Adam Lo presuntamente estrelló su coche contra una multitud que asistía a un festival callejero que celebraba la herencia filipina este sábado por la noche, matando al menos a 11 personas e hiriendo a docenas.
El sospechoso, que fue detenido en la escena, tenía antecedentes de interacciones con las autoridades relacionadas con la salud mental, dijo la policía.
Los filipinos del sur de Vancouver se habían reunido para una fiesta callejera comunitaria en el Día de Lapu Lapu, un evento que conmemora a un líder indígena que luchó contra la colonización española de Filipinas.
Pero lo que comenzó como una ocasión alegre se convirtió en una escena horrorosa cuando un Audi negro atropelló a la multitud alrededor de las 8:00 p.m., hora local. Se cree que el conductor conducía solo y era la única persona en el vehículo, según informó la policía.
Los asistentes al festival y los transeúntes ayudaron a perseguir y arrestar al sospechoso.
Lo, residente de Vancouver de 30 años, ha sido acusado de ocho cargos de asesinato en segundo grado, según un comunicado policial del domingo. Ha comparecido ante el tribunal y permanece detenido.
La Policía de Vancouver dijo que se esperan más cargos.
El comunicado no proporcionó más información de identificación, como la etnia de Lo o los posibles motivos, pero las autoridades habían dicho anteriormente que no había señales de que el ataque fuera un acto de terrorismo.
Once personas, de entre 5 y 65 años, murieron en el ataque, según la policía. Los nombres de los fallecidos aún no se han revelado y algunos aún no han sido identificados oficialmente, según el comunicado.
Algunos de los heridos continuaban en estado crítico el domingo, dijo la policía en una conferencia de prensa.
El festival callejero del sábado fue un evento familiar, en el que padres e hijos recorrieron los puestos de comida callejera y asistieron a espectáculos de danza tradicional.
La comunidad filipina en el estado de Columbia Británica está conmocionada. Los organizadores del evento expresaron su profunda consternación por esta tragedia sin sentido en un comunicado publicado en Instagram. El domingo por la noche se celebró una vigilia, con fotos que muestran a la multitud encendiendo velas y depositando flores cerca del lugar del ataque.
Las autoridades tanto de Canadá como de Filipinas condenaron el ataque y expresaron sus condolencias a las familias afectadas.
El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., dijo que los muertos en la “indescriptible tragedia” “no serán olvidados” y que los diplomáticos y el personal filipinos en Vancouver han recibido instrucciones de ayudar a las víctimas y coordinarse con las autoridades canadienses.
El Consulado General de Filipinas en Vancouver también compartió un comunicado en Instagram. “Mientras esperamos más información sobre el incidente, oramos para que nuestra comunidad se mantenga fuerte y resiliente, imbuida del espíritu de bayanihan durante estos momentos difíciles”, declaró el consulado, utilizando la palabra tagalo que se refiere al espíritu de ayuda mutua como comunidad, especialmente en tiempos de necesidad.
Hay alrededor de 925.500 filipinos étnicos en Canadá, según el último censo nacional de 2021. Filipinas es la segunda mayor fuente de inmigrantes a Canadá, detrás de India.
La población filipina en Canadá está más densamente concentrada en la provincia de Manitoba, seguida de Alberta, Yukón, Saskatchewan y Columbia Británica.
La tragedia ocurrió pocos días antes de las cruciales elecciones federales de Canadá este lunes, lo que planteó nuevas preguntas sobre la seguridad pública. En respuesta, las autoridades han intentado calmar la ansiedad y han expresado su confianza en los planes de seguridad existentes.
“Nuestra prioridad es y siempre será proteger a los residentes de Vancouver”, declaró el alcalde de Vancouver, Ken Sim, quien enfatizó que Vancouver “sigue siendo una ciudad segura” donde la gran mayoría de los eventos transcurren sin incidentes. Sim indicó que había ordenado una revisión completa de las medidas de seguridad después del ataque.
El jefe interino de la policía de Vancouver, Steve Rai, también dijo que las autoridades habían realizado una evaluación de riesgos antes del festival, que se llevó a cabo en gran parte en los terrenos de una escuela a la que no se podía acceder directamente a través de vías públicas.
Agregó que no encontraron “amenazas para el evento ni para la comunidad filipina” y decidió que no se desplegarían agentes de policía ni barricadas de vehículos pesados en el lugar.
“Si bien confío en que la evaluación conjunta de riesgos y el plan de seguridad pública fueron sólidos, trabajaremos con nuestros socios en la ciudad de Vancouver para revisar todas las circunstancias que rodearon la planificación de este evento”, dijo Rai.
El domingo, el primer ministro Mark Carney dijo que estaba “profundamente desconsolado” por el ataque, al tiempo que destacó que las autoridades no creen que exista ninguna “amenaza activa” para los canadienses.
El líder conservador Pierre Poilievre, principal rival de Carney en las elecciones, también expresó sus condolencias a las víctimas y sus familias.
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